La depresión y la percepción del mundo
Para entender la depresión, es importante comprender el yo experiencial. Este yo experiencial está integrado somáticamente y está influenciado por el estado homeostático del cuerpo. Esta experiencia es subjetiva y cualitativa y tiene un tono afectivo. El componente afectivo del yo experiencial es el más relevante para entender la depresión. Damasio se refiere a este componente como “emociones de fondo”. Los estados afectivos están mediados por procesos fisiológicos en el cuerpo y reflejan nuestro sentido del yo.
Cambios en la percepción del color
Los investigadores han descubierto que el color que vemos puede afectar a la forma en que nos sentimos. Los estudios han demostrado que la depresión está asociada a cambios en la percepción del color. En un estudio en el que participaron 129 estudiantes universitarios, los investigadores les mostraron diferentes vídeos de colores que inducían a la emoción. Descubrieron que los estudiantes que vieron el vídeo triste eran menos precisos a la hora de identificar los colores en el eje azul-amarillo, en comparación con los estudiantes que vieron el vídeo feliz.
Los cambios en la capacidad del cerebro para percibir el color se han asociado desde hace tiempo con la depresión. Las personas que sufren de depresión a menudo se describen a sí mismas como si se sintieran azules. A menudo se les aconseja “iluminarse” para mejorar su estado de ánimo. El azul y el gris suelen considerarse colores depresivos. Se asocian con sentimientos de tristeza, pero no hay pruebas de que un color específico cause un episodio depresivo.
Aunque la asociación entre la depresión y el color es sobre todo metafórica, la investigación muestra que existe una conexión entre las tendencias depresivas y la percepción de los colores. Investigadores alemanes publicaron sus conclusiones en la revista Biological Psychiatry. El estudio también demostró que las personas deprimidas muestran una menor sensibilidad al contraste, en comparación con las que tienen un estado de ánimo estable.
El estudio descubrió que la sensibilidad a la luz y al color en las personas con depresión disminuía significativamente. Esta sensibilidad reducida puede afectar a la percepción del color, haciendo que los objetos parezcan más oscuros de lo que realmente son. La depresión también afecta a la capacidad de experimentar placer y entusiasmo. Estos cambios en la percepción y el procesamiento del color son características comunes de la depresión.
Los investigadores realizaron dos estudios para estudiar la conexión entre la percepción del color y la depresión. En ambos estudios, los sujetos vieron un videoclip con un tema triste o humorístico. Después de ver el videoclip, se les pidió que completaran una tarea de juicio visual. A continuación, se les mostraron 48 manchas de color desaturadas. A continuación, se pidió a los participantes que indicaran el color de los parches.
El estudio también descubrió que los pacientes deprimidos tenían un contraste significativamente reducido al comparar dos cuadrados de color. Aunque todavía no se conocen los efectos de la depresión en la percepción del color, este hallazgo sugiere que el sistema visual desempeña un papel en este trastorno. Los investigadores de la Universidad de Helsinki realizaron el estudio con 111 pacientes con episodios depresivos graves. Otras 29 personas sin depresión sirvieron de grupo de control.
El estudio también encontró una fuerte correlación entre la percepción del color y las emociones. Los investigadores descubrieron que las personas con estado de ánimo deprimido describían el mundo como incoloro, mientras que las que estaban contentas lo describían como colorido. Aunque el estudio se llevó a cabo en un entorno controlado de laboratorio, estos resultados sugieren una correlación entre la percepción del color y las emociones. Este hallazgo es alentador. Aunque no podamos predecir la causa de la depresión, nuestra capacidad para reconocer el color es una parte importante de nuestra salud emocional.
Estos resultados fueron respaldados por estudios realizados en individuos sanos y deprimidos. Sin embargo, sigue siendo importante realizar más investigaciones en estas áreas del cerebro. Esto nos ayudaría a desarrollar mejores terapias para la depresión.
Cambios en la percepción del gusto
Estudios recientes han revelado que la depresión y la ansiedad pueden provocar cambios en la forma en que percibimos el gusto. En concreto, la depresión deteriora el sentido del olfato. En un estudio de 2006, la profesora de la Universidad de Nottingham Lucy Donaldson y sus colegas descubrieron que las personas que sufren depresión y ansiedad tienen niveles más bajos de neurotransmisores, necesarios para la percepción del gusto. También estudiaron a personas sanas y comprobaron su sensibilidad gustativa tras tomar antidepresivos. Descubrieron que el aumento de los niveles de serotonina en el cerebro hacía que la sacarosa tuviera un sabor amargo.
Estudios anteriores demostraron que las personas con depresión o ansiedad tenían una capacidad reducida para discernir el dulzor de una bebida, especialmente del zumo de naranja. Además, las personas con depresión o ansiedad tenían dificultades para distinguir la leche grasa de la no grasa. Además, los participantes eran menos propensos a notar la diferencia entre los dos sabores después de haber visto películas tristes o alegres.
Aunque este hallazgo es alentador, es necesario seguir investigando para comprender plenamente esta relación. Sería necesario un estudio más detallado para comprender mejor cómo afecta la depresión al gusto. Esto ayudaría a los médicos a comprender mejor los efectos de este trastorno mental en los síntomas gastrointestinales y la forma en que los pacientes pueden afrontarlo. El estudio también debería ayudar a los médicos y a los pacientes a comprender mejor la gravedad de este trastorno. Además, se necesitan más pruebas de calidad para ayudarles a determinar las mejores opciones de tratamiento para sus pacientes.
Aunque hay muchas causas para estos cambios, la causa más común son los propios medicamentos. Aunque hay pocos informes de poblaciones pediátricas, muchos de estos medicamentos alteran el gusto y el olfato. Estos efectos están mediados por diferentes mecanismos, y no todas las personas que toman el medicamento los experimentan. Un paciente puede experimentar un sabor fantasma o tener una sensación desagradable similar a un sabor metálico o amargo.
Unos pocos estudios han examinado la relación entre la depresión y las alteraciones del sentido del olfato. Algunos investigadores descubrieron que los pacientes que sufrían un trastorno bipolar tenían una sensibilidad olfativa disminuida. Otros investigadores encontraron una débil relación entre la gravedad de la depresión y la sensibilidad para detectar olores.
Además, varios estudios han informado de que la sensibilidad de los participantes al dolor está disminuida en aquellos que sufren depresión. Estos estudios han demostrado que la depresión altera los procesos perceptivos básicos y las múltiples modalidades sensoriales. Sin embargo, estos estudios se basaron en autoinformes, que son subjetivos y no siempre precisos.
Cambios en las atribuciones causales
Un estudio informó sobre los cambios en las representaciones de las relaciones en pacientes que sufrían depresión. Descubrió que los pacientes con menos síntomas depresivos tenían representaciones más positivas de las relaciones interpersonales. Los resultados de este estudio también revelaron que los programas de tratamiento de la depresión con psicoterapia de apoyo-expresiva o con placebo, combinados con el manejo clínico, se asociaron con una reducción de los síntomas depresivos.
Aunque el proceso de cambiar las atribuciones causales negativas es una parte crucial del tratamiento cognitivo, no parece ser el único mecanismo de respuesta al tratamiento. Algunos investigadores sugieren que estos cambios en los síntomas depresivos podrían ser el subproducto de otros cambios en el estado cognitivo del paciente. Además, es posible que haya múltiples vías implicadas en el cambio de los síntomas, y que los distintos tratamientos puedan activar preferentemente una de ellas.
La teoría de la impotencia explica el desarrollo de los síntomas depresivos en aquellas personas con situaciones incontrolables. Según esta teoría, la depresión se acompaña de dificultades en la cognición, la motivación y la emoción. Recientemente, la teoría fue reformulada para incorporar un efecto mediador de las atribuciones causales. Estas atribuciones pueden ser un factor de riesgo persistente para la depresión, el bajo rendimiento y la enfermedad física.
El modelo de indefensión aprendida proponía que la depresión está causada por la incapacidad de controlar el propio entorno. Este modelo planteaba la hipótesis de que la repetición de estímulos dolorosos crearía un sentimiento de desesperanza y depresión. Además, el modelo de indefensión aprendida sugería que los individuos con un estilo atribucional depresivo son más propensos a sufrir depresión.
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